VIVIR EN LA HIPERMODERNIDAD

El consumismo se ha arraigado tanto en la sociedad actual que a veces puede desconocerse que el mismo responde solo a intereses lucrativos de un sector, es decir el empresarial. El consumo atrapa al ser humano haciendo que éste olvide sus verdaderas necesidades y se aleje de las cosas más importantes como el amor propio, la familia, el interés en la religión y demás aspectos que crean su verdadera esencia. La sociedad se ha enfermado con el consumo y se ha deshumanizado llegando a degradar hasta el medio ambiente, su único hogar, la tierra. 

El individualismo forjado por la modernidad desde comienzos del siglo XX, la época de las masas en revolución, en la que se creía que la ciencia y la técnica constituían el futuro, empezó a romperse entrada la llamada postmodernidad imponiéndose la moda como nueva valoración social que llego fragmentando la tradición y reafirmando el consumismo y la discriminación de clases sociales. Es con la postmodernidad que aparece el ser hedonista, el hombre narcisista, aquel que solo le interesa vivir el aquí y el ahora, donde los intereses económicos superan los intereses morales.

Ahora bien, hemos pasado de la postmodernidad, de los tiempos en el que el hombre busca la autorrealización, sin ideales ni tradiciones, de la “era del vacío” como lo denomino el filósofo francés Lipovetsky al “reinado de los tiempos hipermodernos”. Un momento en que esos intelectuales comparten los mismos valores que el conjunto de la sociedad (Les temps hypermodernes, Gilles lipovetsky & Sebastien Charles, 2004). Una sociedad que se encuentra fundada bajo los principios modernos pero en la que los derechos del hombre, el mercado, la tecnociencia, los valores del voluntariado, la amigabilidad con el medio ambiente y la democracia son valores supremos que guían la sociedad actual pero donde de forma paradójica convive el individualismo. Una época que conserva tales valores a pesar de su dinamismo y cambios sociales significativos: Una modernidad superlativa liberada de contramodelos. 

La Hipermodernidad: una sociedad basada en el mercado, en la técnica y en el individuo. Es decir, una hiperindividualidad, una autonomía extrema del individuo que se separa de los grupos, un hombre más desestructurado. Lipovestky plantea la responsabilidad en sus obras como piedra angular, la individual y la colectiva.

En la hipermodernidad también la emancipación de las féminas es parcial siendo comportamientos heredados según el filósofo, en la que la mujer busca conciliar su profesión y el terreno familiar, donde la pareja debe reposar en un solo valor, el amor. Pero lamentablemente, hoy día son otros factores negativos más fuerte al amor los que guían a las parejas y núcleo familiar, un amor que se muestra más conflictivo, lleno de inconstancias e incertidumbres, las cuales surgen por los mismos tiempos vividos. La pareja puede llegar a verse arropada por el individualismo de cada uno de sus miembros dentro de esa relación, surgiendo el debilitamiento emocional ya que se tiene menos para el compartir. Predice Lipovestky que la época hipermoderna puede crear condiciones más conflictivas entre hombres y mujeres. 

El mercado indiscutiblemente no se basa en el amor. La publicidad y los avances tecnológicos nos hacen creer que a través del consumo seremos verdaderamente felices siendo la base de nuestras vidas, la que nos proporcionará bienestar, placer y felicidad.

Hoy día carecemos de modelos, el desarrollo de la globalización y de esa sociedad de mercado han producido en los últimos tiempos nuevas formas de pobreza, precariedad del trabajo y aumento de temores. La sociedad se encuentra perdida, inquieta, incierta, sin receta alguna ante este panorama pero aun con alma. Hay quienes pueden considerar que el arte y la cultura son la salida para el cambio de los males del mundo, pero lamentablemente el arte también se ha convertido en moda dentro de ese mundo de consumo, una concepción esencialmente moderna: “Consumimos arte”.

A pesar de esos aspectos negativos la sociedad no ha perdido ciertos valores, eslabón que debe aprovecharse. Las sociedades deben considerar la educación como única conquista así como la integración de las Tecnologías de la Información en ese proceso educativo. Cada miembro a través de su inteligencia y consciencia pueden mejorar el mundo y la sociedad misma. Se hace necesario controlar esta situación, saber cuánto y qué debemos comprar controlar el consumo antes que sea este quien nos controle, es necesario un nuevo paradigma basado en la sostenibilidad.

Nuestro tiempo actual se presenta con muchos desafíos que podemos afrontar y todos debemos tener una participación activa en tales cambios para que pueda dejarse una huella positiva en el entorno. Basemos nuestra vida no en la acumulación de bienes sino en la acumulación de riquezas espirituales. Hoy día muchos pueden comprar lo que desean pero aún hay otros que no pueden consumir. Confiemos que la solidaridad y el amor conjuntamente con la educación, es el camino para mejorar la calidad de vida de las personas y al desarrollo de nuestras sociedades. Basta de la creación de necesidades artificiales y la seria distinción de clases sociales. Nos encontramos en un momento continuo de cambio especial y aunque el mundo gira más rápido, el tiempo fluye más de prisa con las múltiples actividades diarias que podemos tener; es necesario colocar en una balanza todo lo que sucede en nuestras vidas y alrededor y determinar el grado de importancia que le damos a cada ocupación y persona que nos rodea.

Tomando el planteamiento de este gran filósofo: No seamos esclavos de nada...Mantengamos el alma.


Entrevista a Gilles Lipovetsky por Abraham de Amézaga. Pergola 13. 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Postmodernidad Según Lyon

La Sociedad Transparente